“Responder a la pregunta ¿quién soy? es el primer paso para alcanzar el camino de la felicidad”. Jorge Bucay, psiquiatra, psicoterapeuta y escritor argentino, ha inaugurado el curso ‘La felicidad posible… por Jorge Bucay'.
El famoso escritor ha comenzado advirtiendo que el curso no ofrece “nada de lo que el sentido común no pueda informaros”. Se trata de sistematizar conocimientos y debatir sobre temas tan importantes como el amor, la felicidad o la vida. Hablando sobre sus inicios como psicoterapeuta, Bucay ha confesado su frustración por poder ayudar a un muy reducido número de pacientes, lo cual le llevó a salir de su consultorio. Al darse cuenta de que sus conocimientos de medicina y psicología no alcanzaban, asistió a algunas clases de filosofía que acabaron aportándole conocimientos de ayuda a los demás.
Bucay ha manifestado que cree “que no estamos en esta vida para ser felices, sino para ser más sabios”. Para conseguir esta sabiduría, progresar y avanzar es necesario que alguien siga preguntando tras recibir una respuesta correcta, “que alguien vea lo que los otros no vieron en un primer momento” y que esa persona se anime a decirlo aunque sea lo contrario a lo que los demás dicen. A pesar de buscar la sabiduría, el camino de la felicidad es también un objetivo fundamental. En palabras del escritor, “uno no tiene el derecho a ser feliz, sino la obligación”.
Los pasos de la felicidad, según Bucay¿Qué hay que hacer para lograr ser feliz? Según Bucay, para ponerse en buen camino hay que responderse a tres preguntas, en este orden: ¿quién soy?, ¿dónde voy?, ¿con quién? El escritor considera que no hay que dejar que el camino decida quién eres o que la persona que te acompaña decida a dónde vas. Se debe recorrer el camino divirtiéndose mientras se aprende, valorando lo que se tiene y confiando en tus recursos y volviendo a empezar “cada vez que sea necesario”, otra vez y de manera diferente.
El psicoterapeuta ha comenzado por la primera pregunta que consiste en “conocerse, quererse y dejarse en libertad”. Tal y como Bucay ha apuntado, este primer paso se complica “porque no está bien vista la idea de dedicarse mucho tiempo a uno mismo”. Se considera egoísta cuando lo correcto es ser altruista, pero se parte desde el punto de vista equivocado de que la “capacidad de amar y de ocuparse de las cosas es limitada”, algo que Bucay considera “una soberana estupidez”. El egoísmo puede ser “sano” siempre que el interés no se limite a uno mismo. De hecho, el altruismo es “una conducta netamente egoísta”, un “egoísmo solidario” al ayudar al prójimo por el propio placer.
De esta manera, altruismo y egoísmo no son incompatibles, y el egoísmo “sano” sería incluso muy necesario, ya que “el amor por los otros se nutre y se genera por el amor hacia uno mismo”. Es decir, no se puede querer a los otros sin quererse antes a uno mismo.
Para quererse, el “descubrirse” o el darse cuenta de lo que cada uno es parece otro requisito indispensable. En palabras del escritor, “el crecimiento personal debería ser un arte de quitar las cosas que nos sobran”, no de agregar elementos extraños a nuestra naturaleza. “La obra de arte ya está en nosotros” y hay que aprender a verla, tal y como Miguel Ángel adivinaba la escultura que quería moldear en un bloque de mármol. “A veces nos olvidamos de que hay una obra de arte que nos contiene”. El secreto, para Bucay, es encontrar el ángulo adecuado desde el cual se pueden apreciar los propios encantos para que, después, los demás sean capaces de verlos.
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